En un diálogo polifónico de voces, texturas y tipografías se vierten los versos de Las bocas del olvido. El/la niño/a, el/la anciano/a, la máquina, el narrador externo y quién sabe quién más enlodados en un mar de metáforas que arraiga poderoso en la entraña de quien se atreve a posar su mirada sobre ellos
Llegabas a mi piel
desde las sombras,
con el asombro último de un único paisaje.
Te vibraba por dentro una voz de naufragios
que te apretaba, íntima, en los huesos.